<<UNA GRANDE FRANJA SOCIAL EVANGÉLICA EN LA
ARGENTINA FUE HECHA ESCLAVA POR EL PLAN DEL ANTICRISTO>>
No se puede saber qué porcentaje de los pobres y de
clase media argentina eran evangélicos mendigando el pan, una casa, un vehículo
o pequeño crédito bancario para poder trabajar y desenvolver sus proyectos; buscando
resolver una situación de juicio detenido o injusto, de enfermedad o de
estudios paralizados, o simplemente tener el rescate de un pequeño salario para
poder vivir, sea como pensión, jubilación o subsidio, lo que sí se sabe a
ciencia cierta que la gran mayoría evangélica fue pobre o de clase media baja o
alta, pero muy pocos ricos en todo el país.
Si se suma a esto la proscripción que sufrió en el
país la fe evangélica por más de 200 años de gobiernos católico-romano, y las
restricciones que las leyes los impusieron hasta hace muy pocos años, desde el
artículo 2 de la Constitución Nacional que apenas perdió una de sus ponzoñas
pero no todas, hasta la cercenación sistemática y hasta natural en muchos
ambientes hasta hoy, no podríamos menos que justificar tanto analfabetismo,
tanta mediocridad y enajenación psicótica y social de esta grande franja social
del país tan influyente en la misma vez por sus obras sociales diseminadas por
todo su territorio, y el rescate de vidas “perdidas” para una ciudadanía útil
desde la recomposición individual y familiar que sufren al cruzarse con ellos.
Entretanto, como cristiano evangélico, y además
apostólico, no habría de jamás quedar de bruzo sobre el muro del circo mirando
la calesita de la vida girar impulsada por un neoliberalismo feroz y
anticristiano.
Me amilana el dominante miedo que esclaviza
interiormente a una clase de gente tan útil y ejemplar en sus deberes
ciudadanos para no desarrollar su potencial, arrinconándola en conceptos
infantiles, estúpidos e vacíos de valor cuando de salir un poco de sus zonas de
seguridad para el campo hostil de la política y la opiniaticidad popular se
trata.
El sometimiento sin reparo ni reacciones, por aquello
de que “toda autoridad es de Dios”, a construido un pueblo dentro de otro
pueblo como Israel en Egipto, esclavo y sin Moisés ni Eliseo.
La epidemia es tan arrolladora, que la ACIERA hace décadas
no cambia más de presidente, la CEP se enclaustró hoy más que nunca y la FAIE
se acuarteló desde antes de nacer, en los regazos del Ecumenismo y la tradición
protestante autodefensiva.
Supe de un cristiano evangélico que tuvo que
bautizarse católico para poder ingresar al Ejército. Supe de otro militar
evangélico que cuando un gobierno hace lo correcto, “no hace más que su deber”,
pero se ocupa de divulgar las buenas acciones de los militares como
enalteciéndoles o defendiéndolos. Supe de evangélicos que nunca subieron en la
vida sino solamente durante el anterior Gobierno, pero que hoy son acérrimos y
encabestrados defensores del neoliberalismo que por siglos nos robó, mató,
injustificó, y proscribió, y empecinados en formatear-se con mentiras y persecuciones
absolutamente anticristianas. Pero también supe de boca de unos evangélicos que
“sus hermanas en Laferrere en Buenos Aires, no trabajan más porque viven de subsidios
que le dio aquél Gobierno”.
¿Hasta cuándo serán cola y no cabeza? ¿Hasta cuándo se
conformarán con el sistema de esclavitud del mundo esclavo? No se puede disentir ni hacer inferencias
adecuadas ni practicar ciudadanía saludable y mucho menos genuina política, que
luego, si uno hace como Jesús en su ministerio terrenal, es de Izquierda, si
hace como Saulo es de Derecha, entonces prefieren seguir siendo como Pedro que
negó a su Señor: juzgando “cosa juzgada”; juzgando lo que aún está en manos de
la Justicia; juzgando con los perseguidores con razones e intereses que
defender, pero ellos, los evangélicos que así lo hacen, sin que les pertenezca
ni una rebanada; condenando; odiando; dividiéndose de sus hermanos por su
intolerancia a… ¡No! No se trata de una intolerancia por conceptos distintos o
convicciones diferentes, sino por el tradicional encierro en sus cárceles, y un
disfrute pueril y sadomasoquista en sus cavernas de irreflexión teológica y
experiencias heridas individual y grupalmente, sin que consigan ver allende sus
ombligos.
Me gustaría decir a nuestro distinguido Evangelista
Carlos Annacondia que pare de predicar salvación soberana de Dios y comience
campañas de educación en civilidad y ciudadanía cristiana, que así no tendremos
solamente un pueblo con experiencia de Dios sino también que pisa tierra y es
vecino sin discriminaciones. A Rubén Proietti de ACIERA que deje de travestirse
de “representante de la Iglesia Evangélica” sólo para la foto con el presidente
de turno; a pulsocristiano.com/ que alargue su tienda y se liberte de su
partidarismo con la elite, que se bajen y escuchen a los de abajo y lean a los
que no saben leer, que hay mucha riqueza de Dios aún subterránea.
Y para cerrar, por ahora, le preguntaría a cualquier
líder de nuestro pueblo cristiano si sabe qué plan, que agenda es la que puso
al Kirchnerismo en el poder y luego a la Derecha actual y así seguirá liberando
“derechos”, cortándolos, empoderando y podando, en la certeza de que no
disciernen nada; no ven, no saben, no pueden explicar ni mucho menos convencer
desde sus plataformas de reyes sin reino. Así, ¿qué pueblo guían y qué rebaño
conducen, y hacia dónde?
Tito Berry
SADE 7062
Periodista, Dr.en Teología, Argentino.
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